Por Vanesa Meléndez
Tras doce horas de vuelo, una noche en San José y ocho horas de autobús llegué por fin a la Palma, en la Península Osa. (Ya estaba cumpliendo mi sueño!). Allí me esperaban Daniela y su hijo Martino para llevarme a la que sería mi nueva casa estos tres meses en la comunidad de Guadalupe. Vivo en casa de Elieth y Rubén y me acuerdo que sus hijos Joel y Alejandra me esperaban muy entusiasmados y me recibieron todos con mucho cariño.
Los dos primeros días fueron un tanto confusos. Por un lado estaba muy contenta de estar aquí y con muchas ganas de conocer a la gente de la comunidad y ver a los monos Tití, por otro lado he de reconocer que pensé: qué hago aquí. Todo es muy diferente a España y en un primer momento un poco chocante. Sin embargo, al tercer día ya me sentía a como en casa. Y es que es cierto, o por lo menos en esta pequeña comunidad, que la gente que he conocido es “ Pura vida”, todos intentan ayudar y comparten todo lo que tienen. En la casa me tratan muy bien y siento que ya soy una más en la familia. Daniela (directora de la Fundación Saimiri a la que estoy ayudando) y Martino son adorables. Las personas de la comunidad con las que he podido hablar me han contado sus experiencias y tanto Yiyo como Zurdo me están enseñando mucho en el campo. Además estoy conociendo lugares con mucho encanto y disfrutando de todos ellos.
Creo que lo más bonito hasta ahora, a parte de las personas que estoy conociendo y que me están ayudando y aportando mucho, es ir al campo a ver a los monos tití. Me encantan los primates y la idea de venir aquí era para poder estudiarlos en libertad y compartir todo lo que hacen a lo largo del día. Esto es muy emocionante y una de las mejores partes del día.
Aún me quedan muchos días por disfrutar en Guadalupe!!! Y que no termine!